FUNSEVIDA,A.C. se une a la protesta general de las mujeres en contra de los feminicios, y que mejor manera de hacerlo que transcribiendo este estupendo reportaje de el diario Excélsior, del 19 de agosto de 2019.
Mario Luis Fuentes
Urge detener el horror
Este escándalo exige una
crítica radical hasta que no haya una sola niña asesinada, víctima de
la violencia sexual;hasta que todas las mujeres puedan caminar por la
calle sin miedo
Entre 1998 y 2018, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (Inegi), fueron asesinadas 690 niñas menores de
un año; las causas son atroces: golpes, ahorcamiento, ahogamientos, e
incluso heridas por arma de fuego o punzo-cortantes.
En el mismo periodo, otras 1,548 niñas de 1 a 4 años fueron
igualmente asesinadas; las causas de defunción fueron las mismas:
ahorcamiento, ahogamientos, golpes y heridas por distintos tipos de
armas.
En el grupo de niñas de 5 a 9 años la cifra es de 1,072 niñas
asesinadas por el mismo catálogo de métodos monstruosos. Otras 1,216
niñas de 10 a 14 años tuvieron el mismo fin: alguien decidió cortarles
la vida ahorcándolas, ahogándolas, golpeándolas o hiriéndolas con algún
tipo de armas u “otros objetos”, es decir, martillos, desarmadores,
piedras, etcétera.
El dato relativo a las adolescentes asesinadas, cuando tenían entre
15 y 19 años de edad es exponencialmente mayor: 26,244 casos de
homicidio intencional, en los que el tipo de violencia ejercida
desconcierta y asombra por su abierta intención de dañar e incluso de
humillar.
De enero a junio del 2019 el Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) cuenta con 25,277 casos
registrados por delitos contra la libertad y la seguridad sexual
(violación simple y equiparada, hostigamiento y acoso sexual, abuso
sexual, incesto y otros crímenes), pero también más de 115 mil casos de
delitos contra la familia.
En este contexto, hay personas indignadas porque hubo vidrios rotos y
monumentos “grafiteados” en la marcha de la semana pasada en contra de
la violencia machista; y lo que sorprende frente a las cifras –pero
sobre todo lo que esas cifras implican– es que las ventanas no se hayan
roto antes.
Ante tales niveles de violencia machista, lo que habría que decir es ¡que se rompan todas las ventanas!
El escándalo ante el cual nos encontramos exige una crítica radical
hasta que no haya una sola niña asesinada, víctima de la violencia
sexual o del maltrato físico; hasta que todas las mujeres puedan caminar
por la calle sin el temor de que será acosada, tocada o abusada. Hasta
que haya igualdad laboral y salarial; y hasta que haya justicia –social y
todas las demás– para todas y todos en condiciones de igualdad.
Se lee en redes sociales y se leían en la marcha carteles donde se
preguntaba: ¿y si fuera tu hija, tu hermana, tu madre? Pero no, no
tenemos que esperar a que sea alguna de ellas; porque si lo hacemos
estaríamos siendo cómplices de todo lo que no debe ser: la normalización
egoísta de la violencia.
No, no debemos esperar hasta que la violencia toque o se aparezca
ante nuestras puertas. Hay que actuar ya, ahora que estamos vivas y
vivos porque de nada servirá darles más tiempo a los violentos.
Una cuestión relevante a destacar respecto a la marcha es que quienes
ahí estaban eran mayoritariamente jóvenes; una generación de mujeres
dispuestas a exigir que el derecho a la igualdad tenga una realización
concreta; que todo lo que se ha logrado inscribir en la Constitución y
sus leyes sea materializado de manera efectiva.
Desde hace décadas, hay quienes han trabajado intensamente por
construir nuevas masculinidades; por cimentar nuevas formas de relación
igualitaria entre mujeres y hombres; por construir instituciones que
promuevan y busquen la erradicación de la discriminación y los
estereotipos de género; y a ello debemos seguir abonando, porque ésta es
una lucha que se debe extender y llevar hasta sus últimas
consecuencias, en el sentido de que un nuevo Estado de bienestar sólo
será posible si las mujeres y hombres tenemos las mismas oportunidades y
el acceso a los mismos derechos.
No debe darse ni un paso atrás. No debemos permitir que haya más
feminicidios, más agresiones sádicas, más abusos en las calles y en el
transporte público; no debemos dejar que una calle oscura sea la posible
tumba de una niña o mujer que no tiene más alternativa que pasar por
ella.